El Novelón

Celular de muchacha limonense asesinada guió al OIJ hasta el criminal

Jensie Brooks, de 30 años, fue asesinada en el apartamento de San Joaquín de Flores donde se sentía segura

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Un teléfono celular y un tatuaje fueron las pistas principales que llevaron a investigadores del OIJ de Heredia hasta el responsable de acabar con la vida de Jensie Natasha Brooks Hooker, de 30 años.

Brooks era una hermosa limonense que dejó su tierra y se pasó a vivir a la Gran Área Metropolitana al cumplir sus 18 años; buscaba mejores oportunidades para crecer profesionalmente y creía que iba a encontrarlas en el centro del país.

Sus sueños se estaban cumpliendo y pero luego de 12 años de vivir sola fue víctima de la inseguridad; la mañana del viernes 30 de diciembre del 2016, una amiga la halló sin vida en el apartamento que alquilaba en San Joaquín de Flores, Heredia.

Un delincuente identificado luego como Henry González Arce, de 27 años, se metió al lugar a robar y, al parecer, Jensie lo sorprendió cuando fue a ver de dónde provenía un ruido extraño que había dentro de la vivienda.

González la amordazó, la ató de pies y manos, la atacó sexualmente y la mató al herirla en el cuello; además robó gran cantidad de bienes, entre estos joyas, una computadora y un celular.

Una amiga de la muchacha que le había mandado mensajes de texto y no obtenía respuesta se preocupó y fue a ver qué pasaba porque tampoco había ido a trabajar. Fue ella quien descubrió el crimen, en cuanto se asomó, vio el cadáver.

David Elizondo es quien investigó el asesinato de Jensie Natasha; entre los primeros pasos que dieron estuvo la revisión de las cámaras de seguridad de la propiedad y desde entonces comenzó el rastreo del responsable.

En las imágenes se veía a un hombre que se saltaba una tapia y revisaba varios carros de quienes vivían en el condominio, luego entraba al apartamento de la joven.

A los investigadores les llamó mucho algo que vieron: el hombre tenía un tatuaje muy particular en el cuello.

Los agentes dieron otro paso clave y consiguieron el número de teléfono del sujeto, rastrearon todos los movimientos del aparato y supieron que el sospechoso tenía contacto con un taxista pirata de Pavas.

“Ese sujeto (el pirata) nos dio información del hombre que buscábamos, nos dijo que le había pedido un servicio a San Joaquín de Flores; con estos datos y la ayuda de los investigadores de la Sección de Asaltos de San José, se le identificó y al comparar las fotos del expediente criminal, mantenía los tatuajes en el cuello”, explicó Elizondo.

De manera simultánea desarrollaban el análisis de los artículos robados a Brooks, hicieron el rastreo del IMEI (número único para cada aparato celular) y por medio de las últimas activaciones que registraba se dieron cuenta de que el teléfono lo tenía alguien en Desamparados.

“El rastreo dio una activación con una línea telefónica a nombre de una muchacha a la cual fue posible ubicar por medio de las radiobases; la encontramos (a la mujer) y dijo que lo había adquirido en una compra y venta en San José centro”.

El teléfono fue decomisado de inmediato.

Los investigadores fueron entonces a la compra y venta y allí lograron identificar a quien lo llevó a vender y se trataba de González, el mismo del tatuaje en el cuello.

González era conocido por la policía porque de manera regular lo veían en los búnkeres de San Sebastián, al sur de San José.

“Establecimos que era un tachador de viviendas e ingresó a esos apartamentos (donde vivía Jensie), una vez dentro de la habitación y dado que la joven era muy atractiva, el sujeto tal vez por un estado de conciencia alterado, la atacó sexualmente, y terminó con la vida de la muchacha”, dijo el investigador.

Trazó su destino

A la hora de ir por el delincuente, a las autoridades les costó determinar cuál era la casa en la que vivía, pero finalmente lo lograron, era en Hatillo 8; sin embargo, sintieron una enorme decepción cuando la allanaron el 17 de febrero del 2017 porque González no estaba.

“Horas antes, en la madrugada, el casero lo había echado a la calle”, explica el agente.

Fue el lunes 20 cuando al fin lo agarraron, iba caminando por la avenida Primera de San José.

Había tantas pruebas contra el hombre que los jueces le impusieron prisión preventiva y comenzó a descontarla en la cárcel de San Sebastián.

Pero González no estaba dispuesto a asumir la responsabilidad del crimen que había cometido. Dos meses después, el jueves 13 de abril del 2017, lo encontraron sin vida en el baño del dormitorio 4 del Módulo B-1, donde se ahorcó con una sábana.

Eso cerró inmediatamente el caso.

“Desgraciadamente por la muerte del sospechoso no se logró corroborar la hipótesis policial (que el ataque fue por un robo)”, dijo el agente.

“Ojalá Dios haya tenido misericordia de él”

Doña Minerva Hooker, la mamá de Jensie, siempre estuvo al tanto de la investigación y para ella y su familia fue muy frustrante darse cuenta de que caso se cerraba.

“Nosotros, sinceramente, hubiéramos querido que él pagara porque muy fácilmente se suicidó, quedamos con un sinsabor, pero Dios se hizo cargo de él, vea cómo murió; pero como mamá no se sobrepone, aunque yo sea cristiana”, dijo.

Afirma la señora que en su corazón no existe odio a pesar del daño que le hicieron a su hija y todo el dolor que eso significó para la familia.

“Su conciencia (la del sospechoso) me imagino que no lo dejó tranquilo, ojalá que Dios haya tenido misericordia del alma de él”.

Aunque doña Minerva supo que González había muerto, quiso confirmarlo de manera definitiva.

“Investigué por el Registro Civil porque teníamos que corroborar que fuera cierto y sí, apareció como fallecido y ahí nos dijeron ‘bueno, diay, ya él falleció no hay nada más qué hacer’; entonces no hice nada más, yo dije que esa fue la justicia de Dios”.

“A él no lo conocí, ni sé nada, tampoco de la muchacha que compró el celular, nada, no me preocupé por eso”, cuenta la señora.

El recuerdo sigue vivo

Jensie era la menor de tres hijos y la única mujer, ella y doña Minerva eran muy unidas.

“Desde que ella salió del Colegio Técnico Profesional de Limón me dijo que se iría a San José, porque aquí no había muchas oportunidades para que los muchachos siguieran estudiando”, recuerda la madre.

“Ella trabajaba, estudiaba y se desenvolvía sola, le gustaba vivir sola y eso era algo que me preocupaba mucho, pero ya luego uno se acostumbra

“Primero vivió en San José porque le gustaba vivir cerca del trabajo, donde no tuviera que lidiar con muchas presas, porque era muy responsable con su trabajo y sus cosas. Cuando se fue a vivir a Heredia, fui varias veces al apartamento, lo vi muy seguro y ella me decía ‘mami, me siento aquí muy tranquila, aquí es seguro’. Siempre le dije que no viviera en lugares donde corriera peligro, no entiendo cómo ese tipo logró brincarse esa tapia tan alta y meterse”, dice.

Doña Minerva ya había perdido a un hijo por causas naturales y este diciembre se van a cumplir cinco años del fallecimiento de su amada hija.

“Usted no se puede imaginar lo duro que ha sido todavía, es una muerte tan injusta; es un dolor que no pasa, solo la fortaleza que uno encuentra en Dios es lo que me ha sostenido, es un golpe que nunca va a desaparecer.

“Con el apoyo de mi familia, mis hermanos, aquí estoy saliendo adelante, tengo un gran hogar, no me dejaron sola, siempre han estado conmigo”, señala.

El recuerdo de su hija sigue muy vivo en la familia. Doña Minerva guarda como un tesoro unos peluches, el vestido de los quince años y unas pulseras que le encantaban.

“La recuerdo en cada momento, sigo viviendo en la casa donde ella se crió, su cuarto no lo mantengo igual porque el dolor es mucho, pero sí conservo muchas cosas de ella. Hay cosas que vuelvo a ver, ya no lloro, pero el dolor sigue y sé que a mi hija nunca la podré olvidar”, afirma.

“Guardo fotos, ella era muy vanidosa, tengo los collarcitos que a le gustaba ponerse; claro, regalé un montón a las primas para que tuvieran recuerdos de ella, pero algo me dejé para recordarla”, expresa.

Dice doña Minerva que aunque muchas personas le dicen que no hubo justicia, para la familia sí hubo, pero de la divina.

“Estas fatalidades siguen sucediendo y no hay que permitir que queden en la impunidad, la justicia de nuestro país es muy rara, cuando me pongo a pensar que las leyes aquí son tan raras que quién sabe si lo hubieran dejado libre (al sospechoso de asesinar a Jensie)... entonces Dios lo hizo pagar de esa manera”.

Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

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