El Novelón

Cuando un accidente de tránsito casi le cuesta una pierna al director de Bomberos

Héctor Chaves luchó un año contra las lesiones y aprendió a ver la vida de manera distinta

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Don Héctor Chaves es una cara conocida en el país. Lo vemos a menudo en los periódicos o en la tele, desde los cuales nos habla de las emergencias que ocurren.

Pero hay algo de él que la mayoría desconoce y es que hace 20 años un accidente de tránsito lo tuvo al borde de perder una pierna y marcó su vida.

El actual director de Bomberos, quien es ingeniero químico y está en la institución desde hace 38 años, cuenta que el accidente ocurrió el 8 de enero del 2000, cuando él era el jefe del Departamento de Ingeniería de Bomberos.

“Me encanta caminar en la montaña y un buen amigo que es deportista me invitó a ir a caminar al Bajo de la Hondura (en el parque nacional Braulio Carrillo); él iba a ir trotando, pero yo sabía que no le podía seguir el ritmo y él me dijo ‘tráigase la bicicleta y vamos por varios caminos’”.

Don Héctor tenía entonces 35 años y cuenta que aquel día anduvieron por todo lado hasta que cayó la tarde y decidieron regresar a la casa en el Isuzu Trooper de su amigo.

A eso de las 5:30 p.m. iban por la cuesta en Santo Tomás de Santo Domingo, en Heredia, cuando el sol los encandiló y él solo vio una sombra que iba hacia ellos.

“Mi amigo invadió el carril contrario por donde venía un camión de veinte toneladas (esa era la sombra) y los carros chocaron en una posición que era chofer contra chofer”, explica.

El choque fue tan grave que los dos carros quedaron en pérdida total. Al reaccionar después del bombazo, Chaves se dio cuenta de que estaba herido cuando trató de bajarse del carro y no pudo.

Ya después supo la razón.

“Sufrí factura de cadera, fractura de la rodilla derecha y otro poco de lesiones. Cuando llegué al hospital me reconstruyeron todos los huesos, la pierna izquierda no funcionaba, pero me armaron la parte ósea, pero la parte ‘eléctrica’, el sistema nervioso, no funcionaba, no la podía mover”, contó.

Mandar la señal

En el albergue del INS donde lo atendían, los médicos le dieron una noticia nada agradable.

“Me dijeron que si no movía la pierna iba a darse un momento en que el cuerpo no la iba a necesitar y me la iban a tener que cortar, por eso para mí era un reto ver cómo volvía a moverla”.

Asegura que trataba de ser valiente en el proceso de recuperación, pero muchas veces desistió y pensó que no iba a poder.

“Siempre me decían ‘que el cerebro mande la señal’ (de moverse a la pierna), pero yo trataba y no funcionaba; me decían ‘no desista, no desista’, ahí fue cuando vi que existía gente con mucha vocación y que es invisible hasta que uno pasa por una situación así. Los enfermeros me motivaban a luchar y decían que yo iba a mover la pierna en algún momento”.

Recuerda que pasó seis meses en cama y en un determinado momento ocurrió algo que lo llenó de alegría y de alivio: pudo mover el dedo gordo.

“Fue algo maravilloso después de tanto tiempo de estar luchando, poco a poco fui moviendo los otros dedos hasta recuperar todo el movimiento. Pasé de la cama a la silla de ruedas, a las barras paralelas, a la andadera, a las muletas y terminé con una colección de bastones hasta que lo logré”.

A mí no me va pasar

Chaves, quien está casado y tiene dos hijos, asegura que durante todo el proceso de recuperación experimentó rabia, odio y frustracción. Muchas veces se preguntó “¿por qué a mí?”.

“Algo que recuerdo es que cuando me sentaron en una silla de ruedas me dijeron que me esperara, pero yo quería ver el sol y lo verde, era horrible estar tanto tiempo en un cuarto viendo para el techo, todos los días lo mismo".

"Me dijeron que me esperara, pero yo jalé espantado a buscar el patio, pero me desubiqué y me metí en el cuarto de los cuadrapléjicos, donde había muchachos que solo movían sus ojitos. Empecé a entender que yo me había fracturado la cadera, pero podía mover los brazos, que lo que me pasó pudo haber sido peor, ellos estaban encarcelados en sus cuerpos, me sentí muy mal”.

Aquel día, cuando logró llegar al patio, se encontró con un limonense que llevaba 65 años en una silla de ruedas porque se había caído de un puente por donde pasaba el tren y se fracturó la columna. Fue como una lección.

"Me contó lo que ocurrió y cómo había salido adelante y que todavía iba a recibir atención por unas úlceras que se le hacían. Ese accidente era algo como necesario porque fue una lección de humildad, uno se creía muy necesario y muy indispensable. Yo salí del trabajo un viernes y regresé un año después y mientras no estuve las cosas se hicieron igual o mejor. Nadie es indispensable”, reflexiona.

Don Héctor asegura que el accidente también le enseñó que nadie es autosuficiente ni de hierro.

“Me pusieron un montón de tornillos y prótesis, pero camino; mi amigo solo sufrió un golpe en el pecho, ¿qué hizo la diferencia?, que yo no andaba cinturón de seguridad. Yo pensaba que a nada me iba a pasar, con el accidente recibí una dosis de ubicatex”.

Don Héctor asegura que él era un hombre antes del accidente y es otro, muy distinto, después.

“Yo siempre insisto en que decía que no me iba a pasar, me tiraba de paracaídas, andaba en cuadra, hacía rafting y montañismo, pero después del accidente entendí que todos estamos metidos en la misma tómbola, debemos hacer consciencia de lo frágiles y vulnerables que somos”.

Todo lo relacionado con el accidente ya está superado y él no padece ninguna secuela. Eso sí, confiesa riendo que antes caminaba incluso días por la montaña sin que le doliera nada, ahora ya se cansa un poquito, pero siempre le pone bonito.

Dice que cuando pasa por el sitio donde ocurrió el accidente que tanto le cambió la vida se hace varias preguntas: ¿qué habría pasado si hubiera jalado el volante?, ¿qué habría pasado si mejor hubiera llevado mi carro?, ¿qué habría pasado si no hubiera ido?

Lo que fue, fue y don Héctor tomó la mejor decisión posible...

“La opción fue luchar y seguir adelante”, dice.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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