El Novelón

Mujer nunca bajó los brazos a pesar de que la vida le arrebató a cuatro hijos y el esposo

Uno de los hijos desapareció en las montañas del Braulio Carrillo hace 17 años

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Estamos iniciando el 2021 después de enfrentar uno de los años más duros de la historia a nivel mundial y por eso queremos contarle la historia de doña Elsie Mora Morales, quien a pesar de los durísimos golpes que le ha dado la vida no deja de sonreír y ver todo con optimismo.

Esta valiente mujer de 83 años enfrentó la desaparición de un hijo hace 17 años y ha visto morir a otros tres y a su esposo.

Doña Elsie dice tener un corazón de hierro, porque con todas las pérdidas nunca pensó en negativo, tampoco quiso ser una carga para sus familiares.

“He sido dura para el sufrimiento, lo que ha pasado conmigo es que me enojo, siempre me decía: ‘¿qué hago yo sufriendo?, si Dios me va a seguir quitando hijos’, quizás es la forma de darme aliento, porque soy muy creyente en Dios y he aceptado su voluntad, no por lo que he vivido dejo de creer en su misericordia”, expresa esta guerrera de la vida.

Cuenta que le ha pedido a Dios que se la lleve para poder encontrar a sus seres queridos, pero menciona que ha sido todo lo contrario porque goza de buena salud.

“No pensé llegar a esta edad, pensaba que a los setenta y cinco me iba morir, pero aquí sigo, aún puedo caminar y soy muy independiente, solo me da miedo perder otro hijo mientras viva, le pido que me lleve, pero es cuando mejor me tiene”, comenta esta linda mujer.

Ella tuvo nueve hijos, de los cuales cinco están con vida y pasan pendiente de ella.

Duros golpes

La vida la comenzó hacer fuerte desde 1965, cuando se le murió un bebé de un año y medio, luego en el 2000 tuvo una pérdida durante un embarazo.

El lunes 26 de julio del 2004, la vida le dio otro duro golpe cuando desapareció su hijo Fabio Ortiz Mora, de 24 años, en las montañas del Parque Nacional Braulio Carrillo; este año se cumplirán 17 años de no saber nada de él.

El jueves 30 de marzo del 2006 falleció su esposo, Pablo Fabián Ortiz Castro, a los 76 años, de un aneurisma aórtico, además de la depresión por volver a ver a su hijo Fabio.

“Teníamos 45 años de casados cuando él murió, yo le decía ‘no me dejes, ¿quién me va a chinear? y él me decía: ‘este tranquila, me reuniré con nuestros hijos’, pero mi esposo era un gran chineador, con tantos años de casados y me seguía llevando el desayuno a la cama”, recuerda doña Elsie.

La vida la volvió a golpear, el domingo 5 de setiembre del 2010, cuando murió su hijo Luis Enrique, de 41 años.

“Luisito era mi mano derecha, siempre me llevaba para arriba y para abajo, fue un excelente hijo como todos los otros que tengo, solo espero que ellos estén reunidos y algún día volver a verlos, abrazarlos”, expresa esta mamá.

Doña Elise guarda de cada uno de ellos algunas fotos y los recuerdos en su corazón, dice que decidió regalar la ropa y otras pertenencias, porque era torturarse al tener las pertenencias de ellos.

“Por cada uno de ellos rezo, los mantengo en mis oraciones, pero no les tengo un altar, eso sí, para cada aniversario les hago un rosario”, menciona esta madre.

Por unos años estuvo vistiendo solo colores negros porque era la manera de llevar el luto, hasta hace tres años comenzó a usar otros colores y aprendió a vivir con la ausencia de ellos.

Comida guardada en el congelador

Doña Elise recuerda que a su hijo Fabio le encantaba la naturaleza, porque desde pequeño el papá lo llevaba a caminar y también al zoológico.

El día que Fabio desapareció, él fue hasta el cuarto de ella y le dio un beso, a las 6 de la mañana, cuando salió de la casa.

“Era un muchacho muy bueno, tranquilo, amante de la naturaleza, no le gustaba dar besos, pero el día que desapareció se despidió de mí con un beso y me dijo: ‘hasta lueguito, regreso en la tarde, espéreme con una rica comida, con lo que me gusta’”.

A Fabio le encantaba el arroz, el huevo y pollo, también la sopa de leche con tortilla, esa fue la comida que ella le preparó, pero él nada que llegó. Al ver que las horas pasaban avisaron a las autoridades, lo último que se supo fue que salió de su casa en plaza Víquez, San José y andaba por El Bajo de La Hondura en el parque Braulio Carrillo.

Él solo llevaba una botella de agua, no llevaba otros alimentos, tampoco celular, pues era un lujo tener uno en esos años.

Un señor lo vio caminando por donde dijo que andaría, pero no hubo más señales.

“Me quedé con el almuerzo de él listo, lo tuve en el congelador esperando por años para que él regresara y viera que sí se la tuve lista (la comidita)”.

Fabio fue buscado por doce días por la Cruz Roja, pero lo más que encontraron fue escrito “SOS” en un lugar arenoso cerca de un río, pero no pudieron comprobar que él lo había escrito. Los socorristas dijeron que Ortiz no conocía bien el Braulio Carrillo, incluso la familia afirmó que era la segunda vez que iba a esa zona.

Las autoridades recorrieron 36 kilómetros, participaron 283 personas en la búsqueda, se efectuaron 56 misiones.

Los rescatistas dijeron aquella vez que la topografía del lugar, la cantidad de acantilados y las condiciones climáticas que hay en el cerro son enemigos para una persona perdida en esta área.

Tampoco hallaron ninguna pertenencia que llevaba como los anteojos y el paraguas.

Javier Ortiz, hermano de Fabio, comentó que con los años temieron que los anteojos se le hayan caído y fuera el motivo por el que desapareciera, ya que la vista no la tenía buena.

“No quiero ni imaginar la muerte que pudo tener al caer en uno de los barrancos, estar golpeado y sin poder salir, pasando frío y hambre”, expresó doña Elsie.

La familia dijo que fueron testigos de los esfuerzos de los rescatistas y les agradecieron; por aparte la familia también pagó rastreos privados, pero sin resultados positivos.

Esta madre sufre cuando escucha en noticias sobre la desaparición de alguna persona, comprende el dolor que enfrenta esa familia.

“Lo único que una puede hacer es poner todo en manos de Dios, hay que saber resistir para sobrellevar ese dolor”, asegura.

Papá gritaba en las mañanas por su hijo

Doña Elsie recordó que su esposo todas las mañanas gritaba por su hijo.

“Siempre lo llamaba a las seis de la mañana, él decía ‘Fabito, Fabito’, a mí me partía el corazón, pero no le reclamaba nada, porque quién era yo para decírselo si también lo extrañaba”.

Don Pablo habló con La Nación el 31 de agosto del 2004, cinco días después de la desaparición de Fabio.

“Uno conserva una esperanza de que esté vivito, pero también quiere que aparezca aunque esté muerto para darle cristiana sepultura”, expresó don Pablo.

Lamentablemente, este papá sufrió mucho por la ausencia de su hijo y murió en el 2006.

La familia guarda una carpeta con los periódicos de las notas de él.

Cada vez que aparecía un cuerpo en los alrededores del Zurquí la familia, al igual que las autoridades, corrían para determinar si era Fabio.

Los familiares desearían que las autoridades reactiven la búsqueda y algún día den con el cuerpo y así tener un lugar donde visitarlo.

Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

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