El Novelón

Sueño permitió a mamá despedirse de hija que murió en choque

María Fernanda Sandí Ureña dejó una hija que se convirtió en la fuerza de su familia

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Laura Ureña Mora aprendió a vivir con el dolor que le causó la muerte de una hija.

El domingo 30 de noviembre de 2014, María Fernanda Sandí Ureña, de 27 años, sufrió un accidente de tránsito y falleció un día después.

Unos cuatro meses después, su mamá la vio en un sueño.

“Recuerdo que Fernanda llevaba puesta ropa blanca, se me acercó, me agarró las manos y me dijo: ‘mami, ya no me espere mas’, me pidió que la soltara, que la dejara ir y así lo hice. En medio del dolor tan grande que sentía de que mi hija ya no estaba, la dejé ir para que pudiera descansar”, cuenta hoy Laura.

La dolida mamá dice que aún la entristece el vacío que le dejó su muchacha, pero después del sueño también empezó a sentir algo de paz porque supo que ella estaba en un lugar mejor.

En el choque en el que perdió la vida Fernanda murieron también tres amigos de ella: José Álvaro Ureña Fernández, de 26 años; Michael Vinicio Castillo Rodríguez, de 21, y una joven.

Laura contó que los muchachos acostumbran ir a recoger en carro a Fernanda al trabajo y luego la llevaban a la casa, en San Rafael Arriba de Desamparados, pero ese domingo nunca llegaron y eso les preocupó.

El lunes 1 de diciembre en la mañana un allegado de una de las otras víctimas llegó a la casa de Fernanda con la terrible noticia del accidente.

Lo que se sabe es que los jóvenes iban por las cercanías del puente de Hatillo 4, perdieron el control del vehículo, se salieron de la calle y se estrellaron contra un poste.

“Me dijeron que los otros tres muchachos habían muerto en el lugar del choque y que mi hija estaba muy mal en el hospital México”, recuerda Laura.

“Me fui con mi familia y pude verla, la habían tenido que operar de emergencia y estaba conectada a muchas máquinas, recuerdo que el doctor me dijo que si ella sobrevivía nunca iba a ser la misma, iba a tener que vivir para siempre en una cama”.

La entregó a Dios

Laura dice que cuando estuvo cerca de su hija le dolió en el alma verla en una condición tan triste, sobre todo porque Fernanda siempre fue muy activa.

“Sentía que esa no era ella, me dolía mucho saber que ya no iba poder demostrar aquella alegría y hasta locura que la caracterizaban; sabía que ella no iba a poder hacerse a la idea de esa nueva vida que iba a tener porque siempre fue muy activa e independiente, así que yo se la entregué a Dios para que fuera Él quien decidiera qué hacer con ella, horas después se la llevó”.

Una de las pruebas más fuertes que la mamá tuvo que enfrentar fue darle la noticia a Jimena.

“Quise hacerlo yo misma, mi nieta tenía nueve años y lo primero que le dije era que nunca iba a estar sola, que nos tenía a nosotros (sus abuelos y su tío). Lloramos juntas, nos abrazamos y desde entonces luchamos juntas para aprender a vivir sin Fernanda”, dice.

Laura contó que su nieta es muy valiente, está en clases de ballet desde que tenía tres años y el 5 de diciembre del 2014, cuatro días después de la muerte de la mamá, tenía una presentación.

Sus familiares le dijeron que no era necesario que fuera, pero ella dijo que quería bailar y que le dedicaría la presentación a la mamá. Fue un día muy emotivo para todos.

“Cuando pasó el accidente pasé días sin poder prender el tele, no quería ver nada que tuviera que ver con el accidente”.

—  Laura Ureña, mamá de Fernanda.

El mejor regalo

El 5 de noviembre del año pasado Jimena cumplió 15 años, no pudieron hacerle fiesta debido a la pandemia, pero su familia se encargó de recordarle lo mucho que la ama.

“Mi nieta es el mejor regalo que nos dejó Fernanda, soy consciente de que nadie sustituye a nadie, ni ella sustituye a mi hija, ni yo sustituyo a la mamá de ella, pero es un hecho que la presencia de Jime en nuestro hogar nos ayuda mucho a seguir adelante porque ella es un recuerdo constante de lo linda que fue la vida de Fernanda”.

Laura dice que a su nieta nunca le ha gustado hablar del accidente en el que murió la mamá, siempre ha sido muy reservada en eso y se lo respetan porque es su forma de enfrentar algo tan doloroso.

“Hay momentos es los que duele aún más la ausencia de mi hija, en los quince años de Jimena, por ejemplo, o cuando ella se graduó de la escuela, es esas ocasiones a mí se me hace un nudo en la garganta porque me duele mucho que Fernanda no pueda vivir esas etapas de la vida de la hija y que Jime no pueda compartirlas con la mamá, pero no queda más que armarse de valor y seguir adelante”, manifestó.

Laura reconoce que hay días terribles en los que le cuesta incluso levantarse de la cama y épocas, como la navideña, en las que su familia siente una gran tristeza ya que está muy cerca del aniversario de la muerte de la joven.

“Fernanda era feliz en Navidad, ella era la alegría de esta casa y siempre guardaba platica para llevarme a mí y a Jimena a comprar ropa en diciembre, ahora es diferente, sí nos reunimos pero ya no es igual. Nos falta esa felicidad que ella irradiaba, mi nieta dice que ya ella no siente la Navidad, ni ganas de decorar nos dan porque se sabe que hay un lugar vacío en la mesa”.

El recuerdo de la alegría de Fernanda está también en pequeños detalles. Por ejemplo, cuando Laura hace pupusas la inunden las imágenes que guarda del montón de veces que Fernanda le pidió que hiciera porque le encantaban y le ocurre lo mismo con el pinto con “huevito mojado” y la lasagna.

“En casa casi no guardamos cosas de mi hija, por el dolor que nos causaba nos deshicimos de ellas, pero tenemos dos gatas, Tyra y Grace, que eran de ella porque Fernanda no podía ver un animal en la calle porque se lo llevaba para la casa

“Siempre llegaba con animalitos y decía que pobrecitos porque no tenían un techo ni dónde comer, así era también con la gente, tenía un corazón enorme. Recuerdo que en una época se me estuvieron perdiendo los atunes de la casa y luego me di cuenta de que ella los llevaba para darles de comer a unos compañeros que estaban pasando una situación difícil”, cuenta.

“Curiosamente mi hija siempre me dijo que sentía que iba a morir joven y me pidió que si eso pasaba donara sus órganos y así fue, tuvo una vida corta pero hermosa en la que nos enseñó muchas cosas. A mí me ayudó a aprender a defenderme porque siempre me decía que no tenía que dejar que nadie me maltratara, que yo tenía que darme mi lugar y no permitir que me pisotearan. Esa fue una de las lecciones más grandes que recibí de ella”.

En lo judicial, el caso de la muerte de Fernanda y los amigos no llegó a desarrollarse porque todos los involucrados perdieron la vida, por lo que el caso se cierra automáticamente.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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