El papa Juan XXIII falleció el 03 de junio de 1963, pero su cuerpo, tras más de 40 años de permanecer en un ataúd, debajo de la Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano, sigue intacto.
En el año 2001, el Vaticano decidió reubicar sus restos en un altar de la basílica para que los feligreses lograran tener un contacto con él más cercano. Una decena de operarios procedió a abrir la gruta y los ataúdes sin esperar que el cuerpo estuviera intacto.
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“Ninguna parte del cuerpo se había descompuesto. Fue como si hubiera muerto ayer. Parecía tranquilo. Su boca estaba ligeramente abierta, pero ciertamente estaba tranquilo”, aseguró el cardenal Virgilio Noe luego de presenciar la exhumación.
Muchos creían que era un milagro, pero el misterio fue resulto por la Iglesia, pues sabían que el cuerpo del expapa había sido intervenido al momento de su muerte.
Al morir Juan XXIII, el Vaticano quiso seguir otro método de conservación. Acudieron a Gennaro Gogliua, un integrante del Instituto de Anatomía de la Facultad Católica de Medicina, quien mantuvo el secreto por tantos años.
”Me pidieron saber cuál sería mi tarifa. ‘Nada’, les dije. Él no fue un Papa cualquiera. Me dieron una medalla de plata. Nunca he olvidado esa noche”, recordó el médico para la revista católica ‘Famiglia Cristiana’ luego de que se conoció del perfecto estado del italiano.
Al enterarse del fallecimiento, Goglia y otras personas del instituto alistaron “10 litros de líquido, una lata de plástico con un grifo al final, un tubo largo con una aguja”. Con todos esos implementos, acudieron a una habitación contigua al dormitorio de Papa, en la que yacía.
“Levantamos la lata de líquido en una percha, hicimos un pequeño corte en la muñeca derecha y enhebramos la aguja. Tenía miedo de que saliera sangre, de que el líquido pudiera causar roturas en la piel. Pensé con pavor dónde podríamos arrojar la sangre de un Papa que ya era considerado un santo. Pero todo salió bien. A las cinco de la mañana del 4 de junio, la operación había terminado. El líquido había llegado a todos los capilares, bloqueando el proceso degenerativo”, relató el doctor.
El líquido embalsamador que se le aplicó directamente en las venas fue el causante de que permaneciera incorruptible hasta que lo exhumaron en 2001.Lo declararon beato durante esos años y el Papa Francisco lo canonizó en 2014. Se le atribuye un milagro: curar a una monja italiana que le rezó para que, paradójicamente, un cáncer de estómago no la condujera a la muerte.
#Misterioso 😯En el 2001, unos trabajadores que realizaban un reconocimiento canónico en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, descubrieron que el cadáver del Papa Juan XXIII fallecido en 1963, se encontraba intacto, incorrupto, a pesar de los años y de que no se le embalsamó pic.twitter.com/n2vsARQHFX
— NeuronaSV (@NeuronaSV) January 4, 2023