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Los enfermeros asesinos: el caso que sacude Uruguay

Más de 200 muertes estarían relacionadas con el caso

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Uruguay está horrorizado: dos enfermeros fueron procesados ayer, acusados de múltiples asesinatos de pacientes -se investigan hasta 200 casos- en los últimos siete años. Los crímenes se cometieron en uno de los más emblemáticos hospitales públicos y en una de las principales clínicas privadas de la capital. La justicia también incluyó en el procesamiento a una enfermera por encubrimiento.

Los enfermeros confesaron hasta ahora 16 asesinatos sobre los que hay constancia de datos de los pacientes. Y alegaron que los cometieron “por piedad”.

Para los investigadores, resulta llamativo que los acusados pudieron actuar “con impunidad” durante siete años, sin levantar sospechas en la emisión de certificados de defunción.

La “Operación Angeles” se activó por una denuncia anónima y dio con la prueba del crimen hace una semana: el caso de una mujer diabética que ya tenía el alta médica, pero fue asesinada con una inyección.

“Che, éste ya hizo viajar a la paciente de la cama 5.” El escueto mensaje de texto enviado por un teléfono celular, de una enfermera a un colega, fue el disparador que esperaban los investigadores policiales para actuar sobre los múltiples asesinos.

Tanto el que recibía el mensaje como el mencionado por su acción venían matando gente hace siete años, semana tras semana, en los dos establecimientos. Así de crudo: lo admitieron poco después a la policía primero y a la justicia después, aunque alegaron que fue “por piedad”.

¿Cuántos? ¿Cincuenta? ¿Cien? ¿Doscientos? No se sabe aún. Ayer las autoridades empezaron a revisar las fichas los de pacientes que fueron tratados en el turno de los enfermeros que con una inyección los hacían emprender ese “viaje”.

Todo Uruguay amaneció conmocionado con los primeros datos de los crímenes. A lo largo del día creció el horror a medida que se difundían más detalles de este caso sin precedente, que asombró no solamente a la opinión pública sino a las autoridades de las instituciones, al gobierno y a los médicos que operaban con estos enfermeros.

Anoche, el juez penal Rolando Vomero procesó a los dos enfermeros que cometieron los asesinatos, por el delito de “homicidio especialmente agravado”, y a la enfermera que envió el mensaje telefónico, por “encubrimiento”.

Uno de los enfermeros reconoció que mató a por lo menos 50 pacientes y dijo que era por “móviles de piedad”, según su abogada defensora Inés Massiotti. El otro enfermero dice que no se acuerda, que perdió la cuenta, que puede ser una cantidad similar, o muchos más.

La abogada se mostró conmovida por todo lo que escuchó durante la jornada y dijo que conoce al procesado “hace 20 años”, que es un hombre que “llegó del interior del país con deseos de progresar”, que estudió mucho y que siempre había expresado que “trataba de superarse”. Y añadió que había sido víctima de “abuso sexual”.

La de la cama 5 era Santa Gladys Lemos, que no era paciente terminal y que además tenía el alta médica para volver a su casa. Por eso, la familia le había ordenado la ropa y otras pertenencias para llevarla a casa. No volvió ni lo hará.

Cuando se preparaba para dejar la cama, sintió dolores fuertes, se retorcía y pedía ayuda. Ese mismo lunes 12 de marzo murió de un infarto.

La policía investigaba hacía dos meses a un enfermero bajo la sospecha de que asesinaba a pacientes. El final de Santa fue también el final de la “Operación Angeles”, que terminó sorprendiendo a los propios policías por su magnitud.

Los casos se dieron en dos instituciones médicas, el Hospital Maciel, ubicado en la Ciudad Vieja y administrado por el Estado, y la Asociación Española de Socorros Mutuos, una de las principales instituciones de salud privada.

En esta institución el ex presidente Tabaré Vázquez se desempeñó en los últimos años como médico especializado en oncología. Incluso cuando era jefe de Estado (2005-2010), cada semana Tabaré atendió en el consultorio de la sede central de la Española.

El ministro de Salud Pública, Jorge Venegas, suspendió un viaje al exterior y convocó a su gabinete a sesión permanente durante todo el día. El anuncio de conferencia de prensa para dar la versión del gobierno se fue postergando cada hora.

En las redes sociales, algunos dirigentes políticos y militantes de partidos opositores reclamaban la renuncia de Venegas, representante del Partido Comunista en el gabinete de José Mujica.

La policía protege sus fuentes de información y por eso no fue fácil conocer el origen de la investigación del caso, que comenzó en enero. Fue “alguien” que avisó al Departamento de Vigilancia de la Dirección del Crimen Organizado que un enfermero del Hospital Maciel estaba tomando decisiones por su cuenta sobre la suerte de pacientes. La investigación estuvo concentrada en hallar pruebas evidentes de por lo menos un caso de crimen.

Los procesados por homicidio son dos hombres, uno de 46 años y otro de 39 años de edad. Uno de ellos trabajaba en ambos centros, pero no aparecen datos de relacionamiento, sino vínculos por trabajo y poco más.

Sus explicaciones variaron según si los interrogaba la policía o la justicia. Hablaron de piedad ante el dolor en algunos casos, pero también la molestia que les generaba el cuidado de pacientes complicados.

Una jeringa usada para matar a un paciente fue la clave entre las pistas. El caso que estuvo en el centro de la investigación era del Hospital Maciel, pero la jeringa no era del equipamiento de ese centro de salud del Estado.

Los policías interrogaron a los importadores y obtuvieron los datos de las instituciones que las compraban. Una de esas “mutualistas” médicas era la Española, y eso fue dando pistas sobre el vínculo entre los dos enfermeros. Las jeringas eran robadas en la institución privada por un enfermero, que asesinó ahí a varios pacientes, y usadas también en el hospital público, donde se dio la mayor cantidad de crímenes.

Así, la policía empezó a cerrar el cerco en torno a los dos enfermeros.

Austria: las enfermeras Waltraud Wagner, Maria Gruber, Ilene Leidolf y Stephanija Mayer confesaron por lo menos 49 asesinatos en el Pabellón 5 del Lainz General Hospital, de Viena, en el transcurso de cinco años. Las cuatro, lideradas por Wagner, fueron arrestadas en abril de 1987.

Estados Unidos: desde abril de 1983 hasta septiembre de 1986, el enfermero Donald Harvey habría asesinado a por lo menos 87 pacientes del Drake Memorial Hospital en Cincinnati, Ohio, según le confesó a la policía, que probó 57 homicidios.

Alemania: Stephan Letter asesinó a 29 personas de entre 40 y 94 años en una clínica privada de Sonthofen, en Baviera, durante los 17 meses en los que trabajó allí entre 2003 y 2004. Fue condenado a cadena perpetua en 2006.

Francia: la ex enfermera Christine Malèvre fue arrestada en 1998 acusada de asesinar a 30 pacientes del hospital Mantes-la-Jolie. Malèvre fue condenada a 12 años de prisión en 2003, luego de un juicio que tuvo en vilo a Francia.

Gran Bretaña: la enfermera Beverley Gail Allitt fue sentenciada a prisión de por vida por asesinar a cuatro chicos, intentar matar a otros tres y herir a por lo menos seis menores en 1991 en la guardería infantil del Grantham and Kesteven Hospital, Lincolnshire.

Noruega: el ex enfermero a domicilio Arnfinn Nesset envenenó y mató a 22 personas en el geriátrico Orkdal Valley Nursing Home. Su carrera homicida comenzó en la década de los sesenta y se extendió hasta su condena en 1983. Los investigadores del caso creen que Nesset habría matado a por lo menos 138 de sus pacientes, con lo cual superaría a asesinos seriales como Ted Bundy o Jeffrey Dahmer.

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