En Costa Rica hay 679.640 personas que tienen algún tipo de discapacidad, 60 de cada 100 son mujeres y muchas de ellas llegaron a tener esa condición por agresiones.
Así lo explica Lizbeth Barrantes, directora del Consejo Nacional de la Persona con Discapacidad (Conapdis).
“Parte de la población femenina tiene discapacidad física o mental por agresiones que han sufrido durante su vida. Se ve con frecuencia que los hombres atacan a golpes o con armas a sus compañeras sentimentales o a desconocidas, las apuñalan, e incluso las matan”, explica Barrantes.
La profesional dice que la gran parte de las mujeres que logran sobrevivir a estos brutales ataques, quedan con secuelas físicas, daños en sus órganos, dificultades para desenvolverse con normalidad o también con depresiones.
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Cambio de vida
Gerardina Mora sabe perfectamente de lo que habla Barrantes, ya que el 28 de julio del 2016 su vida cambió para siempre por una salvajada.
Ella fue atacada por un conocido que le debía plata y que, al parecer, se molestó porque le cobró. El agresor la agarró a machetazos y ella, que solo pudo meter los brazos para defenderse, sufrió heridas muy serias.
Aunque ya pasaron casi cinco años desde aquel doloroso capítulo, para ella nada volvió a ser igual.
“He ido aprendiendo a hacer mi cosas a como puedo, me gusta ser independiente, pero pasé un año en el que me tenían que hasta dar de comer porque no podía agarrar la cuchara. La mano izquierda no me sirve para nada porque quedó sin fuerza, casi no la puedo mover; la derecha está un poco mejor, muevo más los dedos, sobre todo el índice y el pulgar y con ellos limpio, cocino, lavo y hago mis cositas”, relata la víctima.
La valiente señora dice que todavía siente dolor, sobre todo cuando hace mucho oficio.
“Aún estoy en tratamiento, me ven como cinco especialistas y hasta están viendo a ver si me operan la mano derecha, otra vez”.
La vecina de Alajuela dice que pese a que trata de ponerle buena cara al asunto, para no caer en depresión, muchas veces se ha sentido sola y abandonada.
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“Después de que me recuperé un poco fui al Inamu a ver en qué me podían ayudar y me dijeron que mi tema debía resolverse en los Tribunales porque era algo legal, pero ahí tampoco me han resuelto nada. El hombre que me atacó sigue en fuga, dicen que está en Nicaragua y a cada rato me llaman para decirme que están apunto de detenerlo, pero nada que lo agarra, él sigue libre como si no hubiera hecho nada.
“En este país cada día hay más violencia contra las mujeres, pero no le ponen atención, las autoridades deberían hacer algo en ese sentido, dar más acompañamiento y ayuda”, aseguró.
Pandemia
Pero no todas las víctimas de violencia tienen una fortaleza como la de Gerardina porque según Barrantes, otras llegan a entristecerse tanto que se deprimen.
“Ahora precisamente con la pandemia, en el aislamiento, las fuertes depresiones pueden llevar a la demencia o a otros trastornos. Somo seres integrales y todo nuestro cuerpo está conectado y si uno entra en una fuerte depresión puede afectar otras partes del organismo, como el cerebro, se puede incluso desarrollar una psicosis, por ejemplo, lo que lleva a perder el contacto con la realidad”, dijo Barrantes.
Para la experta, que en el país no haya datos de cuántas mujeres han quedado con discapacidad por la violencia es, precisamente, una muestra de lo mucho que falta por hacer, porque para ayudarlas, hay que tener datos específicos.
La funcionaria dijo que muchas veces la pobreza, la violencia y la discapacidad van de la mano y todo se agrava cuando, además, una mujer agredida depende de un hombre, ya sea un familiar o un compañero sentimental, porque le es mucho más difícil romper el círculo de violencia, lo que la pone en un gran peligro.