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Amante de las mascaradas tuvo un emotivo funeral con payasos y cimarrona (video)

Jorge Gutiérrez murió debido a una enfermedad renal, pero nunca se alejó de su pasión por las tradiciones de Santa Cruz

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La pasión que Jorge Gutiérrez Mendoza sentía por las mascaradas y las cimarronas lo acompañó hasta el último momento de su vida.

En Santa Cruz de Guanacaste, quienes lo conocieron hicieron hasta lo imposible para que en su entierro se cumpliera su deseo final: ser despedido entre payasos y cimarronas.

Jorge se caracterizó por su humildad, apenas sacó el sexto grado de escuela, pero siempre fue muy empunchado. Trabajaba haciendo jardines, cercas, en labores del campo o vendiendo limones, mamones, elotes y otros productos que los vecinos le daban para que los vendiera y se ayudara.

Murió el lunes a las 7 p. m. en el hospital La Anexión, en Nicoya, debido a una enfermedad renal que padecía desde unos cinco años atrás. Su cuerpo lo entregaron un día después ya que, por protocolo, debían hacerle una prueba de covid-19, la cual dio negativo.

Lo velaron en su casa, una vivienda muy sencilla del barrio El Cacao de Santa Cruz y su funeral fue este miércoles a las 7 a. m. en la iglesia del Santo Cristo de Esquipulas. Su cuerpo fue llevado en caravana junto a los payasos y la cimarrona al cementerio Jardines de Paz.

Sus allegados querían darle una despedida tal y como Jorge la merecía y quisieron que fuera alegre, así como la personalidad que tenía, ¿qué mejor manera que acompañarla de tradiciones que el santacruceño amó?

Amaba vestirse de payaso

María Melania Vásquez, una de las dueñas de la mascarada “Payasos Pata’ e Buey”, recordó con cariño a Jorge, a quien conoció desde que era un chiquillo.

“Le encantaba venir para salir en las actividades con los payasos, desde pequeño participaba con nosotros en las fiestas. Tenía un payaso favorito que siempre se ponía, un jorobado, lo chineaba un montón, siempre venía temprano cuando había alguna actividad para alistarlo, ponerle la ropa, revisarlo y llevárselo con cuidado”, contó María.

Esa mascarada que tanto quería fue llevada al funeral, participó en la caravana hasta el cementerio y al llegar la pusieron a un lado del ataúd cuando sus seres queridos y amigos le dieron el último adiós.

“Por todo esto de la pandemia el tema de las mascaradas bajó muchísimo, además, por la enfermedad de Jorge ya él no se vestía mucho de payaso. Hace como tres meses vino a visitarme y me estuvo preguntando si había trabajo porque la estaba viendo fea, conversamos un rato, le di cafecito y luego se fue”, recodó María Melania.

Rosita Pérez fue amiga y compañera de escuela de Jorge y cuenta que desde niño se caracterizó por ser alegre y extrovertido.

“Recuerdo que cuando estábamos en clases se paraba en la puerta del aula y empezaba a cantar ‘La puerta negra’, el maestro tenía que regañarlo para que él se fuera a sentar.

“Siempre andaba vacilando y sonriendo, pero los últimos años sufrió por esa enfermedad renal que tenía; varias veces llegó la mamá de él, doña Ana Lidieth Gutiérrez, a pedirme que le llamara la ambulancia porque Jorge estaba mal”, dijo Rosita.

El funeral estuvo marcado por la música de la cimarrona y los payasos

Pidió ayuda

El sábado pasado Jorge tuvo una crisis y se lo llevaron para el hospital, horas después regresó a su casa, pero no se aliviaba. El lunes 16 de mayo, a eso de las 2 de la madrugada, se volvió a poner mal y llamaron la ambulancia.

“Mainor, un hermano de él, y yo ayudamos a sacarlo de la casa porque era incómodo y no pasaba bien la camilla. Mientras lo llevábamos para afuera me dijo: ‘Rosita, no me deje solo’ y yo le dije que estuviera tranquilo, que la mamá lo iba a acompañar al hospital y que ahorita volvía a la casa y él me dijo que no sabía si iba a volver porque se sentía muy mal, tenía mucho dolor”, dijo la vecina.

Cuando Jorge murió la familia se preocupó mucho porque no tenía los recursos para darle sepultura, pero Rosita y otras personas ayudaron a recaudar fondos y el dueño de un bar pagó el ataúd y los gastos de la funeraria.

“Duele mucho saber que ya no está, pero al menos nos queda la satisfacción de que se fue feliz con un funeral que sabemos que le gustó porque su vida eran los payasos. Varias veces dijo que cuando fuera viejito y muriera quería que le llevaran payasos al funeral, jamás nos imaginamos que iba a morir apenas a los 41 años”.

Sin suda su ausencia se notará mucho en las fiestas de Santa Cruz.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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