Jeremy Aguilar Padilla, Randall Barrantes Granados y Naún Arias Fallas, son parte de los miles de profesionales de salud quienes por segunda ocasión celebran su día en intensa guerra contra la pandemia.
Felicidades a los 19.696 enfermeros y auxiliares de enfermería que este 12 de mayo festejaron el Día Internacional del Enfermero y para honrarlos contamos las historias de estos tres valientes.
Ellos son funcionarios del área de salud de Pérez Zeledón y cada día salen bien temprano para atender pacientes que viven en las riberas de los ríos, cerros, montañas, zonas indígenas y cualquier rincón que se pueda maginar.
Los tres jóvenes son todoterreno y no los detienen los barriales, las cercas de alambres de púas ni tener que aguantar hambre porque no hay nada a su alrededor donde puedan parar a comerse un gallito.
Randall es asistente técnico de atención primaria (ataps) y cumplió 11 años de servicio en el ebáis de San Pablo de Platanares en Pérez Zeledón.
“Cada visita domiciliar tiene su propia esencia. Cada meditación que hago me recuerda que somos nosotros, el personal de la Caja, los que llevamos salud y bienestar a los hogares de las comunidades más humildes.
“Nos llaman los pastilleros, los asistentes, los ataps, los vacunadores, los auxiliares. Atendemos la mordedura de una serpiente, socorremos a un campesino herido por un machete, asistimos el parto de una adolescente en medio de la incertidumbre y dejamos para después la hora de la comida con tal de servir” narró Barrantes.
Jeremy es enfermero con 12 años en la Caja y actualmente trabaja en Vigilancia epidemiológica en Pérez Zeledón. Sin embargo, su experiencia se centra en la atención de pacientes en las casas en los distritos de Platanares, La Amistad y Pejibaye todos del cantón suereño.
Pelos en el alambre
“Cuando llego a las familias donde hay una persona con alguna sonda o dispositivo para sobrevivir y puedo atenderlo constato que nací para esto. He sufrido accidentes por recorrer caminos de difícil acceso, me han mordido perros y literalmente he dejado los pelos en el alambre por atender un paciente.
“En un ebáis, en una clínica o en un hospital uno tiene a mano los recursos, pero muchas veces debemos trabajar con lo mínimo porque tampoco uno puede llevar consigo todo lo que la institución nos ofrece para atender cada caso” explicó Aguilar.
En el caso de Naún, atap en el ebáis de la Palma, es uno de los que está aplicando las vacunas contra el covid-19 en la región y trabaja desde hace 11 años en la institución.
“No nos detiene nada con tal de servir y ayudar en este proceso de inmunización. Estamos llegando donde sea necesario; a veces a pie, en moto, a caballo y hasta en panga para ir hasta cada asegurado. La lluvia, el frío, la calor, el día o la noche no nos limitan” detalla Arias, quien se ha visto, al igual que sus compañeros, con angustiantes problemas de comunicación por falta de señal telefónica o sin internet.