El temor hace que muchos de los nicaragüenses que viven en Costa Rica prefieran no referirse a las protestas que se viven en su país.
Prueba de ello es que solo un pinolero se animó a hablar este lunes con La Teja sobre la situación que atraviesa sus compatriotas.
Lo hizo ocultando su nombre porque dice tener miedo de que sus palabras sean ubicadas en su país y cuando le toque regresar, eso le juegue en su contra.
A este breteador, de 32 años, nos lo encontramos en el parque Central de San José, después de que en el parque de La Merced ninguno de los pinoleros con los que conversamos quiso referirse al tema.
El joven dice sentirse mal por estar en Costa Rica mientras su país se desangra en un conflicto en el que él, por estar aquí, no está colaborando.
Sin embargo, no se va por su seguridad, aunque le tiembla la voz cuando recuerda que allá lo esperan su esposa y sus dos pequeñitas a las que anhelaría traerse para acá en algún momento y así alejarlas del peligro.
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El muchacho se tuvo que venir al país desde hace ocho años, él trabajaba en una pulpería familiar en la comunidad de Chontales, a 120 kilómetros de Managua; sin embargo, se vino porque dice que desde que Ortega llegó al poder, la cosa está muy fea por allá.
"Con otros presidentes siempre estaba un poco estable, pero ahora si uno no es partidario no se puede acomodar en un trabajo estable", comentó.
Lo que más le duele a este nicaragüense es saber que la cifra de muertos ya va por 29 y él no poder hacer nada para detenerla.
"Es sangre de mi sangre, son mis hermanos nicaragüenses y eso duele", lamentó.
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