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Hace años, cuando el país se dividió para tomar la trascendental decisión del tratado de libre comercio con Estados Unidos, nuestra Asamblea Legislativa se escondió y la decisión quedó en manos del pueblo en un referendo.
Los ticos hace trece años hicieron el trabajo en las urnas, el 7 de octubre del 2007, y ganó el SÍ.
En este momento crítico de falta de plata que tiene el gobierno, por deudas y exceso de gastos, hay procesos de diálogo en marcha que nos llenan de dudas de que algo bueno pueda salir.
El tiempo vuelo y si al final de tanta hablada no hay acuerdos, habremos desperdiciado otro mes.
Por esas razones, el gobierno debe liderar con más vigor la tarea, pero el resto de las instituciones, comenzando por los partidos políticos y diputados, no pueden sentarse a esperar el milagro.
Es preciso que la Asamblea Legislativa se eche el equipo al hombro y se convierta en el centro neurálgico, sin quitar al Ejecutivo de su obligación de proponer las soluciones y absorber el impacto político. En esa línea, el empresario Luis Javier Castro plantea la creación de un grupo de trabajo integrado por representantes de las fracciones legislativas y el gobierno, especialmente su equipo económico.
La mesa de trabajo, en Cuesta de Moras, tendría el respaldo técnico de un grupo de alto nivel, limitado en número y conformado por los principales economistas del país. Ellos examinarían las consecuencias y eficacia de las propuestas y que al final decidan los diputados en primera instancia y, en su momento, el Ejecutivo dé el visto bueno.
