Escuchar:quality(70)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gruponacion/A5TZH5M4PVHV7CDVYXUXUGHKZE.jpg)
Desgraciadamente hay hazañas que entristecen profundamente, y una de ellas es la realizada por el abogado y nadador británico Lewis Pugh.
En enero este ambientalista, de 50 años, se zambulló en las heladas aguas del Polo Sur para nadar durante ocho minutos. Lo hizo sin ningún tipo de protección, más que pantaloneta, gorro y anteojos, en un río que corre debajo de una montaña de hielo que se derrite en la Antártida.
El enorme esfuerzo físico obviamente es de aplaudir, lo lamentable y lo que nos debe llevar a una profunda reflexión fue el motivo por el que lo hizo.
"Habiendo sido testigo del rápido deshielo en esta región, no tengo duda alguna de que nos enfrentamos a una emergencia climática", dijo Pugh en su cuenta de Twitter.
"He nadado aquí en el este de la Antártida para ofrecer a todo el mundo este mensaje".
Esta fue una seria llamada de atención para la cumbre sobre el cambio climático de noviembre en Glasgow, Escocia.
Hay que recordar que la del año pasado, en Madrid, España, fue un fracaso.
"El tiempo se acaba", aseveró Pugh, y tiene toda la razón. Millones de seres humanos lo tenemos clarísimo, sin embargo, los líderes mundiales y los esclavos de Don Dinero creen que vivirán para siempre y ni siquiera piensan en sus descendientes.
Los hijos y nietos de políticos irresponsables y de líderes de grandes transnacionales podrán heredar cualquier cantidad de plata, pero de qué les servirá en un planeta a punto de morir.
Cuando la Tierra le cobre a la humanidad la factura por el daño causado no distinguirá entre ricos y pobres, así de simple.
