Eran pasadas las 9 a.m. de ayer. En la calle Breña Mora, en una parte hermosa de San Isidro de Heredia, estaban parqueados dos camiones de la Empresa de Servicios Públicos de Heredia.
Uno a la izquierda y el otro unos 25 metros más arriba, a la derecha. Arrecostado a un poste estaba una larga escalera.
Una escena normal de los trabajos que la ESPH hace en la zona, sin embargo, lo que no debería ser normal en estos tiempos de coronavirus es que en uno de los camiones, con doble cabina, estaban apiñados varios trabajadores, posiblemente planificando algunas tareas, no sé cuando duraron ahí metidos, hasta que uno de ellos salió y se montó al otro camión.
La cercanía de uno con otro y el lugar reducido en el que estuvieron reunidos, fueron momentos ideales para esparcir entre ellos el COVID-19 si alguno estuviera contagiado.
¿Dónde queda todo el esfuerzo del Ministerio de Salud y otras autoridades en esta guerra? No tengo la menor duda de que la ESPH ha hecho y está haciendo grandes esfuerzos por educar a sus funcionarios sobre el lavado de manos, los protocolos de estornudo y de la tos, así como otras reglas fundamentales en esta emergencia nacional, pero lo que esta cuadrilla reflejó es que el mensaje no ha calado.
Entiendo que no hay que vivir con miedo, los que trabajan forzosamente en la calle no deben andar temerosos, pero sí cautos y ver con respeto al invisible enemigo.
Si seguimos con esta actitudes, los alarmantes números que pronostica el ministro de Salud, Daniel Salas, se harán realidad, algo así como una autoprofesía. Y es que la cifra de contagiados podría llegar al 60% de la población si seguimos sin extremar las precauciones.