José Manuel Chaves estaba este miércoles como loco en las fiestas de Pedregal, en Belén, el “rival” de las de Zapote.

Él pagó ¢11.000 por ingresar al campo ferial, con dos pases especiales, y sus hijas dieron vueltas y vueltas en los carruseles las veces que querían mientras su papito disfrutó comidas a precios razonables, alguna birrita y tenía la confianza de que su carro quedó bien resguardado.

Dijo que en total podía irse de unos 30 rojitos, pero bien disfrutados, comiendo rico y sin tanto tumulto como el que hay en Zapote.

César Rodríguez andaba con un hijo, un sobrino y su novia en Zapote. Quería gastar 20 mil coloncitos y ya se había volado ¢7.200 por tres vueltas de cada niño en juegos mecánicos.

Unos pinchos de pollo o de cerdo cuestan dos rojitos y los frescos mil. Con eso gastaba la platica presupuestada. No se preocupó del parqueo porque andaba “a pata” –en bus, en realidad– y se decía confiado con la seguridad del campo ferial josefino.

Ambas familias gozaron de lo lindo en esos lugares, que ofrecen diversión con diferencias claras entre uno y otro.

Veamos algunos ejemplos.

Pedregal tiene un espacio muy controlado con acceso permitido solo a quien paga su entrada (¢1.000 y ¢3.000 el pase especial), parqueo a ¢5.000 y servicios sanitarios gratis. A Zapote entra el que sea, es un dolor conseguir parqueo y es caro (desde ¢8 mil hasta donde quiera el dueño) y no siempre son seguros. Y para ir al baño son cinco tejitas, aunque también ofrecen un brazalete a tres rojitos que le da acceso ilimitado al baño sin hacer fila.

La seguridad es estricta en Pedregal. Hacen revisión de bolsos en la entrada y se ven agentes caminando por la feria. En Zapote tienen carrileras controladas por la Fuerza Pública, con revisión incluida, y se ven policías dentro del campo. En total hay 250 efectivos, pero es mucho más fácil que se cuele algún bichillo no deseado.

La platica en juegos mecánicos rinde más en Pedregal pues con tres mil pesos del pase especial puede disfrutar doce juegos mecánicos. El pase da acceso ilimitado a los carruseles, en su mayoría infantiles, pero también están los carros chocones, un barco pirata, el zipper y una centrífuga.

En las fiestas de San José, solo del lado de Zapote hay catorce carruseles a un costo de ¢1.200 cada vuelta; en el lado que corresponde a Curridabat hay una cantidad parecida.

Variedad en comida

Las cervecitas cuestan lo mismo en ambos lugares, ¢1.200. Hay shots (de tequila) a un rojo en Pedregal y chiliguaro a ¢1.000 en Zapote.

En cuanto a variedad de comida andan taco a taco.

En Zapote uno puede encontrar una pizza personal pequeña, con papas y bebida a ¢3.500; arroz cantonés a ¢2.500, choripán a ¢3.000, costilla a ¢5.900; pinchos de cerdo y pollo a dos rojitos y los de solo res a dos y medio.

Pedregal tiene las birras a ¢1.200 y a mil los frescos, perros calientes a ¢2.500, chifrijos a tres rojos, superpatacón de plátano verde a cinco rojos y de plátano maduro a 6 rojos, salchipapas a ¢2.500, costilla a ¢4.500, alitas a ¢3.500.

En cuanto a los accesos, a Zapote se llega en carro (con los inconvenientes del parqueo), en bus o a pie mientras que a Pedregal lo recomendable es llevar carrito porque la entrada para el que va a pie o en bus es como de 700 metros bajo un sol que pica.

Alexánder Solano, un comerciante de La Aurora de Heredia visitaba Pedregal pero tenía el punto de comparación con Zapote, adonde ha ido otro años. Andaba en un grupo con tres chiquitos y cuatro adultos.

Los siete tenían el pase especial (¢21.000), irían a las corridas de toros (¢55 mil) y calculaba gastar unos ¢20 mil o más en comida. “Voy a gastar cerca de una tejita, pero vale la pena. En Zapote se va más plata, como el doble, y los chiquillos aquí se han montado en todo”, dijo.

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También Raquel Zamora, de Curridabat, dijo no conocer Pedregal pero que por un tema de cercanía y variedad de juegos mecánicos, prefería Zapote. ¿Usted?