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Temas de Familia: Envidia hacia los hijos

Aunque usted no lo crea hay papás a los que les pasa

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Aunque parezca extraño, hay padres y madres que llegan a sentir envidia por sus hijos. La manera más común de vivir esta envidia es por lo general criticando desde muy pequeños a los niños, desaprobarlos con simples detalles o bien les depositan una gran carga emocional de enojo y burlas sin razones claras.

Este fenómeno se debe a un mecanismo de defensa del subconsciente llamado “proyección”, que en síntesis se trata de ver en otros algo malo que nosotros mismos tenemos, pero que nos cuesta mucho aceptar, por lo desagradable que pueda llegar a ser cambiar esas conductas. Resulta más fácil criticar y hablar mal de los otros que sanar con humildad.

Por eso cuando un padre o madre insiste con su hijo a tal punto que parece obsesionado por cambiarlo para que haga eso que debe hacer no hay duda que hay algo más. Posiblemente está proyectando sobre el hijo de manera inconsciente.

En la relación padres hijos esto es común: intentar cambiar en los hijos lo que no podemos cambiar en nosotros mismos. Se les obliga muchas veces a que ellos cumplan deseos de la infancia de los padres no resueltos tales como tener más plata, haber realizado una carrera profesional determinada, ser delgada y atractiva o ser un gran deportista y así muchas otras fantasías irrespetando los verdaderos sentimientos de los jóvenes dañándoles virtudes propias o capacidades para enfrentar su realidad individual.

Otra forma es rechazar a su hijo sacando la conclusión de que haga lo que haga no sirve de nada. Los ven como una carga, no hay paciencia, se les priva de abrazos, de decirles te amo. No educan con la ternura que se merecen.

Para sanar, la autora del libro Tu Hijo, Tu Espejo, Marta Alicia Chávez, recomienda la importancia de reconocer los fantasmas del pasado si aún siguen influyendo en la conducta actual. Eso llevará a un desquite con los hijos.

Entonces, toda vez que se encuentre con un mal comportamiento en los hijos se debe intentar descubrir la intención positiva detrás del síntoma. Es ilógico pensar que lo hacen por maldad, al menos en principio. Luego, preguntarse a sí mismo ¿para qué lo hace?, ¿qué intenta obtener?, ¿qué pasaría? y ¿qué cambiaría si dejara de hacerlo?

Lo ideal posteriormente es hallar juntos nuevas formas y maneras sanas de obtener eso que es importante para su hijo y según su momento evolutivo del desarrollo.

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