Un reo de la cárcel La Reforma, apellidado Quirós Lara, de 34 años, es sospechoso de ser el líder de una supuesta banda dedicada a cometer estafas telefónicas con las que, en menos de un año, habría robado más de ¢300 millones.
El OIJ dice que el grupo habría iniciado con sus fechorías en abril del año pasado y que en promedio se echaba ¢37,5 millones mensuales.
El negociazo de la banda llegó a su fin la mañana de este miércoles 3 de marzo, pues el OIJ realizó 16 allanamientos para detener a los supuestos miembros.
Los lugares allanados fueron Moravia, Goicohechea, Pavas, Cristo Rey, León XIII, Grecia, Poás, Atenas, Orotina, Pococí y La Reforma.
Además de detener a Quirós, quien descuenta una pena de 35 años por homicidio, los agentes también capturaron a su compañero de celda, de apellidos Cordero Largaespada, de 29 años.
Supuestamente, Cordero era el que hacía las llamadas para estafar a las víctimas.
Además de Quirós y Cordero, también detuvieron a nueve hombres y cinco mujeres.
Los hombres son Quirós Lara, de 49 años (hermano del líder); Sánchez Chaves, de 32; Cordero Largaespada, de 27 (hermano del supuesto cómplice); Gil Rojas, de 20; Blanco Fonseca, de 47; López Cordero, de 33; Maklouf Ureña, de 28; Mora Álvarez, de 65 (contador público) y Vega Ramírez, de 70 años (contador privado).
Mientras que las mujeres son Lara Matamoros, de 74 años (mamá del líder); Quirós Lara, de 34 (hermana del líder); Pérez Gutiérrez, de 28; Aguilar Quesada, de 20 y Ramírez Mayorga, de 32 años.
El OIJ decomisó, durante los allanamientos, tarjetas de recarga, libros con la contabilidad de las ganancias, tres carros y más de ¢2 millones.
Bien coordinados
El OIJ explicó que Quirós daba las órdenes desde La Reforma, mientras que su compañero de celda cometía las estafas telefónicas al hacerse pasar por un funcionario o por un empleado bancario.
“Así obtenían información sensible que les permitía ingresar a las cuentas de las víctimas y transferir el dinero a otras cuentas que, en apariencia, fueron compradas a terceras personas”, señaló la Policía Judicial.
Wálter Espinoza, director del OIJ, dice que la mujer de apellidos Ramírez Mayorga era quien seleccionaba a las víctimas, ella las buscaba de manera aleatoria en el Registro Civil y después, usando el número de cédula, revisaba en qué bancos tenían cuentas.
También señaló que la banda contaba con la ayuda de dos contadores (Mora y Vega) quienes, en apariencia, emitían certificaciones para que las personas reclutadas lograran abrir cuentas bancarias y las vendieran a la organización.
Espinoza dijo que los encargados de lavar el dinero robado de las cuentas eran los dos hermanos del líder, quienes, aparentemente, usaron las millonadas para comprar carros, bienes y joyas finas, que ponían a nombre de otras personas para tratar de despistar.