Sucesos

¡Un milagro! Corazón de ciclista se libró de la muerte en accidente

Ingeniero decidió salir adelante y día a día no dejar de disfrutar de la vida

EscucharEscuchar

Mickel Angulo Herrera es uno de esos casos en que estar con vida es un verdadero milagro, incluso para los médicos no hay explicación, él es un ejemplo de lucha y de perseverancia, su historia permite hacer un alto en el camino y proponerse a vivir al máximo el año que está por iniciar.

Este ingeniero en Sistemas sufrió un accidente el 8 de febrero del 2011, frente a la casa del expresidente Óscar Arias en Rohrmoser, Pavas. Él no recuerda lo que ocurrió un mes antes del accidente, ni siquiera ese día.

“Lo que me contaron, porque yo no recuerdo, es que yo iba para mi trabajo en motocicleta, eran las 9 de la mañana, un carro de esos que venden verduras llevaba un toldo para tapar las verduras cuando se estaciona, la varilla del toldo se salía, él frenó de golpe porque sintió que algo se le cayó del carro y yo no frené a tiempo y me atravesé el tubo, yo no choque con el carro, pero sí con el tubo. El tubo se me incrustó en el pecho, pero no me atravesó, yo me salí (del tubo) y caí en la calle”, dijo el hombre de 34 años.

“Cuando los bomberos llegaron dicen que me volvieron, yo tenía un hueco en el pecho, fue cuando comencé a desangrarme, tenía una hemorragia interna, la sangre mala estaba dentro del cuerpo, yo estaba en coma”, comentó el sobreviviente”.

Para el momento en que Mickel era llevado al Hospital San Juan de Dios, una mujer que no sabe quién es, pero él asegura fue un ángel, había visto el accidente. Agarró su celular y llamó a su familia para avisarles.

Cuando Mickel entró a Sala de Shock su mamá, doña Ruth Herrera, logró llegar. Ellos vivían en el paseo Colón. Fue cuando la familia supo la gravedad del accidente.

Los doctores no podían entender cómo el tubo no traspasó el corazón de Mickel.

“Hasta el día de hoy ellos (los médicos) no tienen una respuesta, para ellos es un milagro, dicen que cuando la varilla entró, mi corazón se corrió, la varilla atravesó el pulmón y el corazón se volvió a acomodar, la lesión del pulmón estaba justo detrás del corazón, por eso estoy vivo”, dijo el vecino de Pavas.

El fuerte golpe provocó que las costillas que protegen el corazón se le fracturaran y solo le quedaran los “filitos” de los huesos. Por lo que era posible ver los movimientos de su corazón.

La lesión provocó que Mickel perdiera el bazo, además el pulmón izquierdo se encogió como una pasa, el riñón izquierdo, para los médicos, se desintegró, aunque este años los doctores se dieron cuenta con algunos exámenes de que tiene un pedacito.

“Yo pegué con el carro de la cintura para abajo, la pierna derecha entre la rodilla y el tobillo se me quebró en tres, entonces me tuvieron que meter un tubo para ayudarme a unir los huesos, no se me ve, pero sí se me sienten los tornillos”, contó el valiente.

Una hermana del conductor del carro le contó tiempo después a Mickel que su hermano, un hombre mayor, fue el responsable, en el momento del accidente se fue porque se traumó, él nunca supo quién fue y después perdió contacto con la mujer.

El peor panorama

A doña Ruth todos los días le daban pronósticos negativos, le decían que su hijo iba a morir, hasta le dieron los santos óleos y para los doctores si vivía iba a quedar como un vegetal.

Para operar a su hijo la hicieron firmar un documento, pues le dijeron que le iban a cortar una pierna porque no alcanzaba tanta anestesia para operarle todo lo del pecho, aunque al final no tuvieron que hacerlo.

Los doctores le quitaron piel del muslo de una pierna para taparle el hueco del pecho con un injerto, tiempo después la piel se le regeneró.

“Estuve un mes en la Unidad de Cuidados Intensivos en coma, ocho personas que estaban conmigo murieron, mi mamá me cuenta que ella lloraba y lloraba de verme así, que la gente del barrio le decía que me dejara descansar, que yo estaba sufriendo mucho, ella se enojaba y les decía que no se metieran en lo que no les importaba que yo era de ella, que no era justo que se lo quitaran”, dijo.

“Una noche mi mamá se puso a orar y le dijo a Dios que estaba muy cansada, que ya eran muchos días, que si su voluntad era que muriera ella me entregaba, al día siguiente me desperté del coma, eso para nosotros fue un mensaje del cielo”.

Lo rodeó la muerte

Cuando el joven se despertó no recordaba nada, duró tiempo para recordar a algunos amigos y familiares. Con mucha paciencia sus allegados fueron explicándole lo que pasó.

Al despertar lo pasaron a la Unidad de Emergencias Quirúrgicas (UEQ) y asegura que aunque no le gusta recordar lo que vivió en el hospital una noche la muerte lo rodeó.

“La persona que estaba a la par mía murió, yo escuche la máquina (monitor cardíaco) cerré los ojos y empece a llorar y a los 10 minutos murió el que estaba en la cama del otro lado, en ese momento pensé: ‘yo soy él que sigue’, porque aunque no recordaba nada sabía que estaba en el hospital, caí en cuenta que podía morir en cualquier momento, para mí esa noche fue demasiado dura, estaba acostado sin poder moverme, tenía varios drenajes”, aseguró.

Mickel sentía mucho dolor en la pierna izquierda y por su insistencia los médicos le hicieron unas placas que demostraron que nunca se dieron cuenta que tenía esa pierna quebrada, pero como estuvo tanto tiempo en coma se le “soldó” sola, aunque lo huesos no se pegaron de la mejor manera ya no había nada que hacer.

A los dos meses del accidente le dieron la salida del hospital.

La bici fue su terapia

“Salí en silla de ruedas, los doctores me dijeron que me iba a costar mucho volver a caminar y que como perdí muchas neuronas no volvería a estudiar porque todo se me olvidaba, era como un bebé”, recordó.

Mickel está seguro que él sobrevivió al accidente por la condición física que tenía en ese momento.

“Yo fui ciclista de alto rendimiento, estuve en la selección nacional , gané medalla en los Panamericanos, recorrí casi todo América, siempre fui muy disciplinado”, dijo el ingeniero.

Él asegura que empezó su rehabilitación solo, para los doctores él no podía hacer nada, todo era peligroso porque su corazón no tenía las costillas que lo protegían.

Empezó a aprender a caminar de nuevo dentro de su casa, cuando ya lograba dar pasos con la andadera le pidió a sus amigos que lo llevaran a andar en bicicleta y en pocos minutos estaba pedaleando solo.

“Era peligroso, pero yo era el paciente más desobediente, un día le dije a mi mamá que si no podía andar en bici mejor me hubiera muerto porque no es vida vivir sin poder hacer lo que te gusta”, exclamó

Una amiga lo llevaba todos los días al velódromo del parque de La Paz, cuando Angulo logró caminar bien empezó a irse solo.

“Un día un señor irrespetó un alto y me atropelló, una de las heridas del pecho se me abrió un poco, en realidad no me pasó nada, me llevaron al hospital y me cosieron, no le avise nada a mi mamá, cuando llegué estaba afuera de la casa esperándome y tuve que decirle la verdad “, contó.

Angulo fue incapacitado por un año después del accidente, pero decidió regresar a trabajar a los seis meses porque necesitaba salir de su casa y retomar su vida.

Las cleteadas que se pega Mick, como le dicen sus amigos, le han permitido que aquel pulmón se regenerara entre un 90 y un 80 por ciento.

Mick se casó en el 2015 con Yorleny Flores.

Aunque confiesa que a veces siente mucho dolor, sobre todo en los pies, no toma medicamentos porque quiere cuidarse el riñón.

Además, nos contó que muchas veces tuvo que ir al hospital porque sentía que le iba a dar un infarto, pero los médicos le decían que era normal y debía vivir con dolor, que al no tener las costillas que protegen el corazón el músculo se contraía.

“Tiene un desgaste en las piernas como el de una persona de 60 años y va ir empeorando”, comentó la esposa .

Este sobreviviente aseguró que su esposa lo impulsó a meterse a la universidad.

“El primer cuatrimestre me matriculé en tres y me quedé en todas, entonces pensé que era cierto que yo no podía estudiar, pero ella me insistió y me pasé de universidad y logré graduarme en Ingeniería en Sistemas el año pasado” dijo el hombre quien trabaja en una empresa en esa área.

Larga espera

Mick tuvo que esperar ocho años, hasta febrero pasado, para que le pusieran una lámina de titanio que se la atornillaron a los huesos para protegerle el corazón.

Ahora los médicos están decidiendo qué hacer con el pedacito de riñón que le queda, si le lo quitan o no, después de tantos años no lo han dado de alta.

“Yo lo que quiero es estar bien, me han operado nueve veces, mi cuerpo es como una bola de voleibol: tiene marcas por todo lado. El doctor que me operó el pecho me dijo que no sabemos si mi cuerpo va a aguantar una anestesia más y que es mejor que si tengo que operarme en algún momento sea una operación muy necesaria”, dijo.

Mickel asegura que la fuerza de siempre querer algo más le ha permitido ir saliendo adelante, seguir con su vida y ser feliz.

“Yo no creo en el pobrecito, yo soy más de regañar o de animar porque uno siempre sabe lo que quiere", dijo.

Este hombre vive el día a día y disfruta al máximo para aprovechar la oportunidad que Dios le dio de seguir con vida.

“Vivo y disfruto responsablemente, cada vez que ahorro y puedo me lo gastó en viajar porque me pongo a pensar que para que guardar para que otros se lo gasten si uno puede aprovechar cada momento”, dijo.

Mickel terminará este 2019 trabajando y empezará el otro año con la convicción de estar mejor, su deseo es ponerle mucho más a la bici, bajar de peso e incluso volver a competir.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.