Sucesos

Uno de los rescatistas de Marialis casi muere por el frío en el Chirripó

Los familiares de Marialis Blanco, quien murió en Ventisqueros, desean reunirse con los “porteadores” de Aturena que encontraron el cuerpo

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Cada vez que un turista se pierde en el cerro Chirripó, una brigada corre para dar con esa persona, o con el cuerpo, lo antes posible.

Uno de los grupos de rescate que colabora en la cumbre del país es la Asociación de Turismo Ena (Aturena). Este conjunto de ángeles fue el que halló el bastón y el cuerpo de la nutricionista Marialis Blanco Vega, quien desapareció el 4 de mayo.

La Teja conversó con Rigoberto Arias, quien forma parte de esa brigada y fue el que encontró el cuerpo de Marialis, el 8 de mayo.

Arias explicó lo que se vive en cada rastreo ya que los buscadores, en esa buena intención de llevarles paz a los familiares de los extraviados, exponen sus vidas.

“Sabemos a lo que vamos y lo peligroso que es, hay que estar fuerte mental y físicamente, no cualquiera decide hasta dar su vida por desconocidos”, expresó Arias.

Rigoberto, de 52 años, dice que para la búsqueda de Marialis la brigada, compuesta por seis personas, estuvo dispuesta a entrar donde fuera necesario.

“Nos preparamos un poco y a las cinco de la mañana comenzamos a buscarla en medio de un cañón que era muy rudo, he tenido experiencias difíciles, pero como esa ninguna, además que el Chirripó es demasiado frío, al punto que a uno hasta le suenan las quijadas y esto hace que sea más complicado”, recordó.

Dice que para cada rastreo siempre hacen una oración y en la búsqueda de Marialis no fue la excepción, sobre todo porque sabían que era muy peligroso por donde andarían.

“Cuando encontramos el cuerpo también agradecimos, aunque no era como queríamos hallarla.

“Nos tocaron cosas difíciles, porque subir (devolverse) por donde llegamos era muy complicado, intentamos salir, pero no por el mismo lado, pero igual no se pudo, entonces decidimos quedarnos junto al cuerpo, además yo no quería dejar a Marialis sola, sentía que ella nos llamaba para que estuviéramos con ella”, expresó.

Una vez que cayó la noche, don Rigo le pidió a Dios que no pasara otra desgracia, pues temía que algún compañero de la brigada muriera.

“A las ocho de la noche un muchacho nos pidió que le ayudáramos porque sentía que se iba a morir, a como pudimos lo metimos en medio de todos y lo salvamos, porque el frío era tremendo”.

Al otro día, cuando sacaron el cuerpo de Marialis en helicóptero, los valientes brigadistas quedaron en el mismo sitio, buscando cómo salir.

“Sabíamos lo que nos tocaba a nosotros, quedábamos con hambre, frío y cansados, porque ya habíamos pasado una noche terrible y larga, teníamos que subir las paredes de rocas (por donde Marialis bajó) Diosito nos dio fuerzas y comenzamos a salir, cuando íbamos saliendo nos avisaron que venía una brigada con algunos alimentos, como agua dulce”.

Los deseos de salir cada vez eran mayores, sobre todo cuando se ponían en los zapatos de sus angustiados familiares, quienes los querían sanos y salvos de regreso.

“En todas las búsquedas siempre hay que ser fuertes, en el Chirripó enfrentamos frío, cansancio y hambre”.

Necesitan más ayuda

Arias no negó que, pese a la buena voluntad, necesitan más preparación para salvar a más personas.

“Somos una brigada humilde del pueblo, lo que andamos son cosas muy básicas, no hay opción de llevar muchas cosas por el peso”, reflexiona.

Eso sí, asegura que pese a que es consciente de las condiciones en las que ayudan, no lo volvería a pensar si tiene que volver a ayudar en un rescate.

“Ojalá alguna organización o empresa nos done equipo de protección, como capas y bolsos especiales para seguir ayudando, siempre le digo a los muchachos que trabajaban como brigadistas junto a nosotros que el valor del trabajo que hacen no tiene precio, porque son muy pocas las personas que están dispuestas a dar la vida por otros y como brigada, estamos dispuestos a hacerlo”.

Pendiente

Don Rigoberto contó que el tío de Marialis, quien dio la alerta de la desaparición de su sobrina, ha estado hablando con un integrante de la brigada porque la familia quiere reunirse con ellos.

“Nos gustaría conocerlos, sé que están pasando momentos difíciles, pero quisiéramos responder la petición que nos han hecho de reunirnos, algún día lo haremos”.

A personas como Rigoberto y los colaboradores de Aturena les llaman ‘porteadores’, ellos son los que se echan al hombro hasta 20 kilos y salen a la 1 a. m. desde el kilómetro cero hasta la base Crestones, en el Chirripó. Duran aproximadamente cinco horas.

Por esa razón tienen tanta resistencia para colaborar en las búsquedas.

Arias aclaró que ellos no son arrieros, ya que estos últimos son los que usan caballos para llevar la carga.

“El trabajo de porteadores es muy maltratado, es un dinero que sí se gana con el sudor de la frente, es demasiado duro, físicamente uno se desgasta, desde las rodillas y las demás partes del cuerpo”.

Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

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