El Novelón

Milagroso rescate evitó que accidente con el tren terminara en una fatal explosión

Tres excruzrojistas recordaron lo que en aquel entonces fue denominado uno de los rescates más largos en la historia del país

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Novelón accidente del tren en 1992. Foto Archivo.

Una película de acción se quedaría corta al ser comparada con la escena que afrontaron tres excruzrojistas, quienes rescataron a un conductor herido de gravedad de debajo de un tren, mientras hacían todo lo posible por evitar una explosión que incluso pudo costarles sus propias vidas.

Ese milagroso rescate ocurrió hace 31 años y en aquel entonces fue considerado uno de los más largos de la historia del país, pues los cuerpos de emergencia tuvieron que trabajar durante tres horas con mucho cuidado y maña para evitar que la situación se convirtiera en una tragedia con varias víctimas mortales.

Arturo Alfaro Delgado, Luis Ángel Jiménez Cárcamo y Francisco Corrales Ulloa fueron los protagonistas de esa increíble historia, la cual aún recuerdan como si hubiera ocurrido ayer.

En aquel entonces Alfaro se desempeñaba como cruzrojista, Jiménez era conductor de ambulancia y Corrales era el jefe médico de la ya extinta Unidad Metropolitana de Servicios de Emergencia y Rescate (Umser) de la cual formaban parte.

“Milagros hemos visto varios y eso que no soy muy religioso, pero eso fue como que usted agarrara un carro y lo hiciera un puño, donde no cabían dos personas, y lo pusiera debajo de una máquina (tren) de 60 toneladas. Nosotros no esperábamos encontrar a nadie con vida”, recordó Alfaro.

“El rescate tardó casi tres horas, en ese momento se catalogó como el rescate más largo que se había hecho en el país”

—  Francisco Corrales, médico y excruzrojista.

Escena impactante

Ese aparatoso accidente, que quedó plasmado para siempre en la mente de estos rescatistas, ocurrió la tarde del 15 de diciembre de 1992, cuando la unidad fue alertada sobre un incidente en el cual un carro se le metió al tren.

Jiménez recordó que el accidente ocurrió frente al Colegio de Médicos y Cirujanos, específicamente en un andén que estaba cerca del cruce ferroviario que aún se encuentra en las inmediaciones del parque metropolitano La Sábana.

Por su parte, Corrales recordó que la escena que se encontraron al llegar fue muy confusa, pues les habían dicho que un carro chocó contra el tren, pero por ningún lado veían el vehículo.

“Vimos solo el tren, porque el carro en realidad no se veía y eso fue porque estaba metido debajo del tren, la máquina lo arrinconó y lo metió contra el andén”, recordó el doctor.

Según Jiménez, en su experiencia, cuando ocurrían accidentes tan aparatosos como ese por lo general las personas involucradas morían de inmediato; sin embargo, ellos no podían descartar un milagro.

Por eso fue que Arturo ingresó por un pequeño espacio que quedó entre el andén, el tren y el carro, para llegar al conductor y determinar si este aún estaba con vida.

Gritos de desesperación

A como pudo, Alfaro se fue abriendo paso hasta que finalmente llegó donde se encontraban los restos del carro, el cual literalmente quedó hecho un puño.

“Lo único que yo veía era una ventana muy pequeña, tal vez del tamaño de una mano, en la que se veía una parte de piel, no se sabía qué era, entonces lo que hice fue palpar y cuando él (conductor) sintió eso empezó a pedir ayuda. Ahí le avisé a los que estaban afuera que el hombre estaba con vida”.

El doctor Corrales recordó que por otra apertura lograron tener acceso al cuello y la cabeza del conductor, la cual había quedado por fuera de una ventana, al parecer, eso se dio porque no llevaba cinturón de seguridad. El médico aprovechó esa situación para ponerle las vías necesarias para administrarle suero.

“No podíamos mover el tren para ningún lado, por el riesgo de que se diera una chispa”.

—  Arturo Alfaro, excruzrojista.

Chispa podía ser fatal

Tras una rápida revisión de la escena, Alfaro se percató de que el conductor estaba perdiendo mucha sangre por una herida en una de sus piernas, pero eso no era el único problema que tenían que enfrentar, pues se dio cuenta que el tanque de gasolina del carro tenía una fuga, por lo que todo el lugar estaba lleno de combustible.

Según explicó el excruzrojista, esa situación complicó de sobremanera el rescate, pues el derrame les impidió mover el tren porque la más mínima chispa podía encender el combustible y generar una explosión.

“Recuerdo que cuando empezamos a bajar el equipo hidráulico sentíamos mucho temor, porque había que encender la planta del equipo y si salía una chispa podía causar combustión, entonces le pedimos a los bomberos que nos mantuvieran rodeados con sus extintores”, detalló Alfaro.

El doctor Corrales también recordó esa complicada situación y contó que una de las cosas que más costó fue convencer a los encargados del tren para que desconectaran la máquina del sistema eléctrico como medida de prevención.

Novelón accidente del tren en 1992. Foto Archivo.

“Se trabajó con mucha paciencia y exactitud, en el sentido de dónde cortar, cómo cortar y siempre con la indicación de que si había una chispa volábamos todos”, añadió el médico.

Carrera contra el tiempo

Como si la preocupación que sentían ante una posible explosión no fuera ya suficiente, a los cruzrojistas se les sumó un nuevo inconveniente, el cual convirtió ese caso en una legítima carrera contra el tiempo.

“Otra cosa que nos reportó Arturo es que el hombre estaba perdiendo mucha sangre, entonces pensábamos que si no lo sacábamos rápido se iba a desangrar, el problema es que no podíamos cortar con las herramientas frecuentes porque no podíamos producir ni una sola chispa, porque Arturo estaba metido en una burbuja de combustible”, recordó Corrales.

El médico contó que su función era mantener vivo al conductor mientras sus compañeros trataban de liberarlo al cortar con mucha paciencia y cuidado las latas del carro. Durante esos momentos tan angustiantes fue que a Corrales se le ocurrió una solución para evitar que el conductor se desangrara.

El doctor hizo algo que hasta ese momento era impensable, llamó al hospital San Juan de Dios para pedir que le enviaran bolsas con sangre, para hacerle una transfusión al conductor herido mientras se realizaba el rescate.

“Fue la primera vez que se puede decir que la Caja autorizó que saliera sangre del hospital”, añadió.

Luis Ángel recordó muy bien ese momento, pues fue el encargado de ir por las bolsas de sangre.

“Yo me fui con la ambulancia a recogerlas, y el doctor Ramírez Ávila, que era el jefe del servicio de urgencias, dijo: ‘Donde va mi sangre voy yo’ y se vino conmigo a la escena”, contó Jiménez.

Luego de una labor de aproximadamente tres horas el milagro finalmente se gestó, pues los paramédicos lograron rescatar al conductor, quien fue llevado de emergencia al centro médico.

Según los cruzrojistas, el conductor sufrió una fractura de cadera y perdió mucha masa muscular en una de sus piernas; sin embargo, ellos consideran que esas lesiones fueron pocas en comparación a la magnitud del accidente.

“Ese muchacho no está muerto porque de verdad somos muy buenos, pero principalmente porque Dios no lo quiso, porque era para que se muriera ahí mismo”.

—  Francisco Corrales, médico y excruzrojista.

Misa de agradecimiento

Actualmente ninguno de los tres excruzrojistas recuerda el nombre del conductor al que le salvaron la vida en aquella ocasión, lo que no olvidan es que este llegó a buscarlos un año después del accidente para agradecerles e invitarlos a una actividad muy especial.

“Yo recuerdo que él llegaba los 15 de diciembre de cada año para invitarnos a una misa que hacía en agradecimiento a Dios porque lo sacamos de ahí con vida. Sino me equivoco era en la iglesia de Loreto, él siempre quería que estuviéramos en la misa”, aseguró Alfaro.

El doctor Corrales también recordó una curiosa situación relacionada con el sobreviviente, pues se lo “topó” donde menos lo esperaba.

“Me acuerdo que por ahí de un año después del accidente, él salió en una propaganda de cigarrillos, y yo decía: ‘Mirá donde está y anunciando cigarrillos’, porque el chavalo este como que modelaba y hacia campañas”, detalló.

Según los protagonistas de esta historia, no han vuelto a saber nada de ese hombre, por lo que dijeron que sería interesante saber que ha hecho con su vida tras ese gran milagro.

Si usted lo conoce o es usted el protagonista del milagro no dude en escribirnos a redaccion@lateja.cr

Adrián Galeano Calvo

Adrián Galeano Calvo

Periodista de Sucesos y Judiciales en el periódico La Teja desde 2017. Cuenta con un bachillerato en Relaciones Públicas de la Universidad Latina y una licenciatura en Comunicación de Mercadeo de la UAM. En el 2022 recibió el premio a periodista del año del periódico La Teja.

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