El Novelón

Suegro trató de ocultar asesinato de yerno, pero fue delatado por su propia hija

Una lima y la astucia de los investigadores fueron claves para resolver ese asesinato

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Antonio zarate

La malicia de tres investigadores resolvió un asesinato y permitió que los dos hombres responsables pagaran el castigo por su crimen.

Se trata del caso de una familia de Barva de Heredia, que trató de engañar a la Policía, pero al final no lo logró. La historia es como de película, dramática y muy triste.

Antonio zarate

El cuerpo de Antonio Segura, de 38 años, fue encontrado a orilla del río Macarrón, en Buenavista, el 2 de septiembre de 1968.

El hombre era conocido en el pueblo, vivía a escasos 500 metros de donde lo hallaron. La gente siempre lo veía con gran agilidad caminando de un lado a otro, jalando su yunta de bueyes y volando duro pala en su finca.

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Pero antes de hallar sus restos, su suegro y un empleado de la finca lo habían reportado desaparecido luego de que supuestamente lo habían buscado durante muchas horas. Según ellos, nadie sabía qué había pasado con él, por lo que preocupados no solo dieron aviso a las autoridades sino a los vecinos por si alguien lo lograba localizar.

“Él era de aquí y por eso todo mundo lo conocía, se le veía pasar de arriba para abajo, entre el monte, cuando se supo que lo encontraron muerto la gente corrió porque no se sabía qué le había pasado, era un chavalo bastante joven”, dijo José Campos, un vecino.

Antonio era conocido como “Toño” y estaba casado con una mujer de apellido Varela. De hecho ella, su papá y el trabajador de este, después de haber asegurado que estaba desaparecido, fueron quienes “encontraron” el cuerpo y aseguraron que él había sufrido un accidente.

Los tres lo que dijeron fue que Antonio estaba cortando unos árboles de ciprés y que al parecer se resbaló en el terreno y se clavó una machete en el cuello, que esa lesión le provocó la muerte de inmediato.

“Era raro, más no imposible un accidente, pero es que él conocía muy bien el lugar donde estaba parado”, dijo el vecino.

“Cuando se dio el hallazgo del cuerpo, uno de los primos de “Toño”, don Miguel Carvajal, fue quien tuvo que cuidarlo, ese día le tocó feísimo porque eran familia y dicen que era una escena muy fea, muy triste, ese señor fue policía varios años”, recordó don José.

Antonio zarate

Sin machete

Los investigadores de la Dirección de Investigaciones Criminales (DIC) que llegaron al sitio para indagar lo ocurrido eran Daniel Marenco, Francisco Ramírez y Rodrigo Roa.

Don Daniel, quien ya falleció, le había contado a La Teja hace 10 años, en un reportaje sobre algunos asesinatos en los que participó, que este caso fue todo un desafío para él, porque cuando llegaron no lograron encontrar el machete.

“El caso era muy raro, la familia estaba muy nerviosa, era un caso complejo, pero antes como no teníamos los recursos de ahora, los investigadores desarrollaban un sexto sentido, los detectives andaban un arma, las bolsas para levantar los cadáveres y el carnet, esas y la audacia, eran las herramientas”, comentó.

Los investigadores levantaron el cuerpo, pero no se quedaron con la versión dada por los sufridos allegados, sino que ese mismo día empezaron a buscar pistas en los alrededores de donde se dio el hallazgo y en la casa del fallecido.

Muy cerca encontraron un rastro de sangre y al seguirlo se percataron de que el hombre había sido arrastrado. A la par la vivienda de Antonio había otro rastro de sangre.

En el hogar de “Toño”, luego de una minuciosa revisión, encontraron una lima que, según data en los medios de aquella época, calzaba a la exactitud con el tamaño de la herida que el fallecido tenía.

Los agentes se llevaron las pocas pruebas que encontraron, entre ellas una muestra de sangre que encontraron en un poco de tierra y que el resultado indicó que era de la víctima.

Para los investigadores no había duda que estaban ante un homicidio, lo supieron desde el momento en que salieron de la casa del fallecido. Incluso se presentaron ante dichos allegados y les informaron que ellos sabían que se trataba de un asesinato y que necesitaban que les dieran toda la información posible.

“Nosotros sabíamos que la esposa sabía todo, pero tenía miedo de hablar”, dijo Marenco.

Los investigadores trataron de persuadir a la mujer durante varios intentos, hasta que ella se vio entre la espada y la pared y contó muy asustada que su papá fue quién atacó a su esposo y que junto al peón llevaron el cuerpo cerca del río. Añadió que su padre le había dicho que no podía decir nada, que ella debía guardar silencio.

Lo que pasó fue que el padre se había dado cuenta de que Antonio le pegaba a su hija, por lo que le había jurado que si se daba cuenta de que la tocaba otra vez, no se la iba a perdonar.

Antonio zarate

La muchacha, según las investigaciones de los detectives de aquella época, era víctima de violencia doméstica y el día de los hechos el papá logró escuchar los gritos desesperados de ella mientras recibía una golpiza, corrió hasta la vivienda y cometió el homicidio.

“La joven era una buena muchachita y no tenía fuerza como para enfrentar a un hombre así, Toño era un hombre bastante fuerte, por eso cuando empezó a decirse que lo habían matado, la gente hablaba bajito para chismear, pero todo el mundo estaba bateado, lo que sí sabíamos todos era que el daño se lo hicieron en su propiedad”, dijo Campos, quien ahora es vecino de Río Segundo de Alajuela.

Varela trató de decirle a todos que no era cierto, que él no lo mató, pero el peón de apellido Chavarría, al ver que los investigadores ya sabían todo lo que había pasado, soltó la sopa y reconoció que tuvo que ayudar a su patrón a jalar el cuerpo.

De hecho, la versión del empleado permitió a los investigadores resolver el caso con muchos detalles cuando tan solo habían pasado 20 días del crimen, el 22 de septiembre.

Los agentes se organizaron, llegaron a la finca y entre ellos se convirtieron en actores y recrearon paso a paso cómo ocurrió el asesinato, esto lo hicieron frente al alcalde de Heredia de ese momento, Rodrigo Sáenz, y su secretario Mario Coto, además de Gunnar Pinto, que era el director general de Detectives. En aquel momento, haber podido resolver ese caso fue catalogado por los medios como un triunfo para la DIC.

Don José asegura que el pueblo estaba impactado por lo ocurrido, porque nadie entendía por qué Varela no denunció al yerno con la policía y así se hubiera evitado ir preso.

“Eso fue algo insólito y lo fue por muchos años, la gente más bien le contaba la historia tan trágica a sus nietos, solo Toño sabía qué pasada de la puerta para adentro de su casa”, dijo.

A los dos hombres los condenaron a 12 años de cárcel, que en aquellos tiempos era la pena máxima por homicidio.

“El peón estando preso se enfermo muy feo y se murió, yo sinceramente de la señora y los dos hijos nunca más supe, ellos perdieron contacto con la familia de Toño, por ahí muchos años después del crimen una señora llegó preguntando por ellos, pero nadie les dio razón, eso era algo muy privado. Una familiar de Toño lo que dijo fue que ese día que le pegó a la señora había tomado y que por eso se desató la desgracia, pero muy sinceramente solo ellos saben que pasaba dentro de esa casa”, dijo.

“Yo he ido pocas veces por allá porque nos vinimos para Alajuela para estar más cerca de mis hijos, las últimas veces coincidí con el primo de Toño y pues a ellos nunca se les salió eso de la cabeza, yo le digo a mis hijos que por eso hay que mantener siempre el respeto dentro del hogar y la violencia no puede existir, porque en mi humilde opinión nadie merece la muerte, pero tampoco nadie merece ser agredido, el papá defendió a la hija, pero qué duro pensar en esto, dos familias quedaron marcadas y destrozadas, y fue mucho lo que les tocó enfrentar”, dijo José.

En el caso del suegro, falleció en junio de 1979 a los 69 años.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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